Este artículo1 analiza la obra poética y lingüística de Pau Estorch i Siqués (Olot 1805 – Barcelona 1870) desde el punto de la ideología lingüística. En concreto, analiza como en Estorch están presentes tanto ideologías propias del antiguo régimen y herederas del tradicionalismo de la edad moderna como ideologías que acercan el personaje a los postulados ideológicos de la Renaixença. El hecho más destacado de su obra poética y lingüística es la maniobra retórica que esconde una legitimación del idioma castellano en Cataluña como lengua apta para algunos usos lingüísticos.
Renaixença, Catalán, Glotopolítica, Historiografía lingüística, Pau Estorch.
This article analyzes the poetic and linguistic work of Pau Estorch i Siqués (Olot 1805 – Barcelona 1870) from the point of view of language ideology. Specifically, it analyzes how in Estorch’s works are present both traditional ideologies of the ancien régime and heirs of the traditionalism of the Modern Age, and ideologies that bring Estorch closer to the ideological postulates of the Renaixença movement. The most outstanding fact of his poetic and linguistic work is the rhetorical maneuver that hides a legitimization of the Spanish in Catalonia as a suitable language for some high linguistic uses.
Renaixença, Catalan, Glottopolitics, Linguistic historiography, Pau Estorch.
El 1902, en su necrológica de Joaquim Rubió i Ors (1818-1899),2 Jacint Verdaguer hacía memoria de los inicios del renacimiento literario catalán, y considerando Rubió i Ors y sus poesías de Lo Gaiter del Llobregat el inicio de la nueva literatura catalana, Verdaguer se refería a los que respondieron a la llamada de Rubió. El poeta explicaba como muy pronto, al primer canto de Rubió, “respongué ab un alegre repicó lo Tamboriner del Fluviá, allí dalt, entre’ls fajolars d’Olot” (Verdaguer 1902: 24). De un modo parecido, el mismo 1902 Antoni Rubió i Lluch, en el prólogo del cuarto volumen, póstumo, de la última revisión de Lo Gaiter del Llobregat, escribía que, entre las poesías de su padre, aparecidas en 1841, y la década de los 60 prácticamente nadie había publicado nada. Añadía que “la sola escepció es lo Tamboriner del Fluviá”, pero matizaba: “encara que dins la órbita de la influencia del Gayter, sent molt més lo regust de la vulgar escola vallfogonina, que tant ha costat de desarrelar” (Rubió i Lluch 1902: xlix). Igualmente, Verdaguer lo consideraba “dexeble de Vallfogona” (1902: 24).
Efectivamente, Pau Estorch (Olot, 1805 – Barcelona, 1870),3 con el pseudónimo de ecos trovadorescos Lo Tamboriner del Fluvià, fue uno de los autores que publicó poesías en la década de 1850, antes de la instauración de los Jocs Florals y de lo que se ha considerado el inicio de la Renaixença (Rossich 2019). Sus textos, con todo, están más en la línea de la estética barroca y vallfogonesca continuadora de la tradición catalana autóctona que en consonancia con la estética romántica que caracterizará a los primeros poetas de la Renaixença. En la década inmediatamente anterior a la Renaixença, Estorch fue un personaje activo del panorama literario y lingüístico catalán. Aparte de publicar en cuatro volúmenes su poesía más o menos satírica, dio también a la luz una poética catalana –con un diccionario de la rima–, una gramática catalana, una cartilla para aprender a leer en catalán y castellano, tradujo obras de teatro del francés al castellano y participó en diversas publicaciones culturales, principalmente en el popular Calendari del pagès del Instituto Agrícola de San Isidro de Barcelona. Y, a pesar de esto, Estorch ha sido un personaje muy poco considerado en la historiografía cultural catalana que se ha ocupado del siglo XIX. Desde el punto de vista lingüístico, ya en 1915 Antoni M. Alcover consideraba a Estorch alguien con más voluntad que capacidad lingüística real, que solo mereció el bien de la Patria “per la seua bona voluntat i zèl encès envers la Llengua” (Alcover 2008: 102); su obra aparece solo superficialmente en el manual de Rico y Solà (1995: 28) y no figura en la historia de la lengua de Ferrando y Nicolás (2011). Desde la historiografía literaria se ha hecho más referencia a su obra, aunque sin ningún estudio monográfico, y en la reciente Història de la literatura catalana es considerado un autor outsider por Marfany (2018) o secundario por Domingo (2018).
Marfany o Domingo consideran outisder a Estorch porque lo ponen en relación con el núcleo inicial de la Renaixença; no obstante, la lectura de su obra, tanto la lingüística como la literaria, permite situar al autor en unas coordenadas ideológicas muy interesantes, ya que, si bien, por un lado, su estética y sus propuestas poéticas iniciales son claramente continuadoras de la tradición autóctona de antiguo régimen de los siglos XVII y XVIII, del otro, su pensamiento lingüístico se integra en la ideología diglósica propia del siglo XIX (Marfany 2017, Rossich 2019). Desde luego el estudio completo de la producción de Estorch daría para mucho. Un estudio sistemático de las fuentes, los temas y los autores con quien dialoga a menudo Estorch en su poesía, así como un acercamiento sistemático a su teatro en el seno de la producción de mitad de siglo serían trabajos muy interesantes. Este artículo, sin embargo, se centra solamente en estudiar la posición ideológica de Estorch en cuanto a la lengua en su contexto. En los apartados que siguen se ofrece un breve resumen biobibliográfico de Estorch, y se analiza su obra y su ideología en relación con distintos parámetros. Antes, se ofrecen unas breves consideraciones de tipo teórico y metodológico.
Para ubicar cronológicamente a Estorch, me sirvo de la propuesta de periodización de la Renaixença de Rossich (2019), en la que describe la Renaixença como un movimiento literario de origen romántico y barcelonés, nacido alrededor de los Jocs Florals, y del cual en un inicio no forman parte la mayoría de los autores que mantenían vivo el cultivo literario del catalán. Aun así, algunos de estos sectores –los eclesiásticos y, más tarde, los populares o menestrales– terminan por acercarse al movimiento e integrarse en él. Estorch es uno de estos casos, inicia un acercamiento a la Renaixença que no se consuma, aun cuando el estudio de su obra permite ver como adopta algunos de los presupuestos sociolingüísticos propios de parte del primer grupo de hombres de la Renaixença, profundamente diglósicos en cuanto a las posibilidades del catalán, reducido, al principio, a la sola expresión de la poesía romántica.
El material utilizado en este trabajo es de tipo lingüístico, y también literario. Si bien el estudio de ideologías lingüísticas en obras historiográficas es algo frecuente, quizá no lo es tanto en obras literarias. Sin embargo, estudiar la construcción ideológica aparejada a las lenguas a partir de material de este tipo no es algo nuevo en la tradición de la catalanística. Lledó-Guillem (2019), por ejemplo, ha empleado textos historiográficos y literarios para estudiar la construcción ideológica del catalán en relación con el occitano y el castellano en la edad media y la primera edad moderna; Gimeno Ugalde (2010) analiza la construcción de las ideologías lingüísticas vinculadas a la identidad nacional catalana a partir de múltiples fuentes primarias de tipo muy diverso, y Martí-Badia (2020) ha estudiado la conciencia lingüística de los valencianos de la segunda mitad del ochocientos a partir de textos lingüísticos, sí, pero también de discursos, prólogos y textos historiográficos y periodísticos.
Siguiendo a Lledó-Guillem (2019), considero que las ideologías lingüísticas y la construcción histórica de una lengua –y, añado, del discurso que la legitima– pueden hallarse también en textos que a menudo no se han tenido en cuenta por considerarse “poco lingüísticos” (Lledó-Guillem 2019: 22-24). Además, como Lledó-Guillem, también me parece adecuado adoptar una perspectiva glotopolítica, entendida como el estudio de los discursos metalingüísticos como productores de representaciones políticamente relevantes en alguna lengua (Del Valle 2013: 19, véase también Del Valle 2017).
Para hablar de la relación entre el catalán y el castellano me serviré en algún caso de los conceptos de autenticidad y anonimato, dos conceptos de la antropología lingüística, desarrollados para la sociolingüística sincrónica sobre todo por Kathryn A. Woolard (2007, 2016) pero que son plenamente aplicables en el análisis historiográfico, como ya ha hecho para la primera edad moderna Lledó-Guillem (2019). Brevemente, la autenticidad vincula el valor de una lengua a una comunidad concreta, y a la expresión de su espíritu, algo fuertemente vinculado con el Romanticismo; en cambio, las lenguas anónimas serían las lenguas de todos, o más bien de nadie en particular, y serían las que podrían adoptar un rol de homogeneización en la sociedad. La anonimización de las lenguas pasa por ocultar las condiciones históricas y los desequilibrios de poder que la permiten (Lledó-Guillem 2019: 30). Como dicen Boix y Woolard (2020), la autenticidad y el anonimato –o más bien la tensión entre autenticidad y anonimato– han limitado la lengua catalana desde el siglo XIX y la Renaixença, aunque sería más apropiado decir que han condicionado la legitimidad del catalán y del castellano en el espacio público desde entonces.
Finalmente, en este trabajo hay que entender las ideologías lingüísticas como “un conjunto de ideas explícitas o implícitas sobre la lengua que son resultado de un contexto político, social y cultural determinado” (Lledó-Guillem 2019: 24), pero también como sistemas que sirven para crear identidades sociales, culturales, nacionales y étnicas (Kroskrity 2004), de modo que se puede afirmar que tanto las ideologías lingüísticas, como las obras a través de las que se vehiculan, tienen una clara voluntad performativa en el sentido que pretenden modificar las propias ideologías de una sociedad, y legitimarlas.
El corpus utilizado incluye la práctica totalidad de la obra en catalán, o sobre el catalán, de Pau Estorch. Así, se analizan distintas ediciones de los volúmenes de poesía que aparecieron con el título y pseudónimo de Poesías de lo Tamboriner del Llobregat, la Poética catalana, y diccionari de sa rima, la Gramática de la lengua catalana, las Becerolas catalanas y castellanas y otros textos menores sueltos que, en cualquier caso, se recogen exhaustivamente en el apartado “Fuentes primarias”.
Pau Estorch4 i Siqués fue hijo de una familia de clase media acomodada con intereses agrícolas en la Garrotxa y Gerona. Estorch estudió medicina en Cervera, Valencia y Barcelona, y ejerció en Olot desde 1831 hasta 1855, año en el que se trasladó a Mataró para mudarse definitivamente a Barcelona a partir de 1858. Es conocido en la historia de la medicina catalana por haberse dedicado incesantemente a promocionar un remedio milagroso que curaba la hidrofobia y sobre el que escribió diversos artículos de prensa y opúsculos.
Paralelamente a su labor profesional, se dedicó también a los asuntos públicos, a la política y a la escritura. De marcado carácter liberal moderado y monárquico, fue concejal en el ayuntamiento de su villa natal, dedicó algunos textos y poemas a la reina Isabel II, y participó en la organización de homenajes a su persona en las distintas visitas que hizo a Cataluña. Formó parte del Instituto Agrícola de San Isidro desde su fundación, fue miembro correspondiente de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona y participó como mantenedor en los Jocs Florals de Barcelona en 1861.
En la década de 1840 publicó algunas traducciones de comedias francesas al castellano, pero a partir de 1850 empieza a publicar en catalán. En 1851 publicó el Primer repcih de sus poesías, publicadas, como se ha dicho, con el pseudónimo de Lo Tamboriner del Fluvià, a imagen de otros poetas catalanes que empleaban nombres de resonancias trovadorescas y fluviales. Los Repichs continuaron con tres volúmenes más, publicados en 1852, 1855, 1856, además de un quinto Repiconet, que apareció con la segunda edición de toda su obra en 1859. Por lo general, son volúmenes misceláneos, que combinan una cierta estética romántica con la tradición catalana de la edad moderna, y en los que predominan los textos de temática satírica, las reflexiones sobre el catalán, los poemas de circunstancias y las alabanzas a la reina.
A parte de los textos poéticos, en 1852 publicó unos Elements de poética catalana, y diccionari de sa rima, la primera preceptiva publicada en catalán, y en 1857 unas Becerolas catalanas y castellanas; también en 1857 impulsó una colección de “Las Glorias de Cataluña”, que tenía que combinar los textos poéticos con los instructivos y gramaticales. La colección fue un fracaso editorial, y solo apareció la Gramática de la lengua catalana, escrita en castellano, y algunos pliegos de poemas sueltos.
A partir de la segunda mitad de la década de 1860, volvió a dedicarse al teatro, esta vez en catalán, y publicó al menos tres obras entre 1865 y 1866, y dejó algunas de ellas manuscritas, conservadas hoy en la Biblioteca de Catalunya. Son obras humorísticas en su mayoría, que más bien se podrían adscribir a lo que Rossich llama el “sector popular” de la Renaixença, y que se adscriben al movimiento a partir del segundo tercio de la década de 1860 (Rossich 2019: 140).
Durante las décadas de 1850 y 1860 colaboró en algunas publicaciones relacionadas con el mundo agrícola, como La Granja, un semanario dirigido por el ampurdanés Narcís Fages de Romà, donde Estorch publicó algunos de los poemas que más tarde se recogerían en los Repichs, y el Calendari del Pagès, una publicación íntegramente en catalán que el Instuto Agrícola de San Isidro publicó desde 1857 con consejos agrícolas, extractos de leyes y textos de tema bucólico y rural. En esta publicación Estorch participó con poemas de tipo moral que alaban la prudencia, el ahorro y el buen hacer del campesino catalán desde el primer número, en 1857, hasta 1870, el año de su muerte.
Pau Estorch fue, pues, un autor entusiasta que, desde fuera del mundo cultural barcelonés y el núcleo inicial de la Renaixença, publicó poemas en catalán. En cierta medida siguió, sí, la iniciativa o la propuesta de Rubió i Ors y, como él adoptó un pseudónimo de ecos fluviales y trovadorescos. Lo hizo, sin embargo, con unos temas y unas formas que entroncan directamente con la tradición catalana de la edad moderna. Se ve en las fuentes de la Poética, que se hallan en Rengifo y los tratadistas españoles de la edad moderna, y en algunos de sus modelos, como el Rector de Vallfogona (véase Rossich 2010), y también en los temas y las formas de algunos de sus textos poéticos.
En 1856 Estorch publicó unas Excel·lencias de la llengua catalana –aunque algún texto se hubiese publicado ya en 1855, y algunos pasaran al volumen de 1856–, en las que, con una estética más bien poco romántica, recupera en poemas narrativos largos los tópicos propios de las apologías del catalán del siglo XVIII: la fluidez y la sonoridad, la elegancia, la riqueza y la concisión de la lengua (Feliu et al. 1992: 28-29), temas que en la década siguiente recuperaría otro autor ajeno a la Renaixença como Francesc d’Assís Aguilar en los Plants de la llengua catalana (1862). Así, las Excel·lencias son a su vez una apología clásica del catalán y un razonamiento casi escolástico en el que cada texto cumplía con una de las virtudes del catalán. Dichas virtudes servían para justificar la hipótesis que abría el conjunto, según la cual, visto que la lengua catalana tenía todos los requisitos para ser la mejor lengua, Dios tenía que hablar catalán:
Sed sic est que nostre idioma Es l’únich que está enriquit Ab totas aquellas prendas, […] Ergo lo Senyor parlaba Com nosaltres, llemosí[5] (Estorch 1856a: 5). |
La tradición autóctona en Estorch también está presente en otros aspectos. Como se ha dicho, en los referentes, como Francesc Vicent Garcia, que aparece como argumento de autoridad. En el poema “Elegancia de la llengua catalana”, publicado en las Excel·lencias y en el Quart repcih, por ejemplo, Estorch propone otros ejemplos, y dice: “Sian exêmples de la elegancia y ductilitat catalanas lo últim cant del millor cisne catalá Dr. Vicens Garcia, la Oda á la patria de Aribau, &c.” (Estorch 1856a: 12)6. Es importante destacar que al lado de Garcia se encuentre la oda de Aribau, un texto que muy pronto fue interpretado como un canto patriótico y a favor de la lengua, pero que en un principio circuló y fue conocido gracias a una obra tan poco renaixencista como el diccionario de Torres Amat (Jorba 2013, para Estorch, esp. Jorba 2013: 77).
En los primeros Repichs, de inicios de la década de 1850 –pero quién sabe si escritos antes–, se pueden leer las referencias al catalán como exponentes de la ideología lingüística tradicional o propia de antiguo régimen, parecida a la que se puede encontrar otra vez en las apologías del XVIII o en autores como Josep Pau Ballot. En estos poemas, de forma natural, Estorch expone que el catalán es la lengua de la escritura, y la vincula al pueblo llano y sencillo; por el contrario, el castellano se presenta como algo propio de la burguesía, una lengua artificial e impropia cuyo uso, a menudo con errores, es digno de burla o sátira. En el prólogo –en verso– del primer Repich se ven todos estos temas: Estorch critica a quienes cambian del catalán al castellano, reivindica la poesía popularizante en catalán y se ríe de los autores que emplean una lengua demasiado formal o literaria:
Aquest calaixet de sastre, Fruyt del oci y del neguit, No sabent á qui, dedico Al qui lo vulla llegir. No crech sia del agrado De aquells catalans tan fins Que creuhen sèr cosa baixa Lo expressarse en llemosí: Ni de algunas damas cultas Que apenas saben llegir Y la llengua de Cervantes Mastegan y fan bossins. Jo sols desitjo que agrade A mòlts catalans sensills Que l’idioma vuy parlan Que aprenguéren essent xichs: Que díuhen X y no équis En tot conservannt l’us antich; Que al alba anomenan dia, Lluna al astre de la nit, Als dòns de Céres, pa ó coca, Als dòns del dèu Baco, vi, Al pantalon, calsas llargas, Y peúchs als escarpins (Estorch 1859: I, 7-8).7 |
La misma crítica que en estos versos se hace a los catalanes que no saben suficientemente bien el castellano (las “damas cultas / que apenas saben llegir / y la llengua de Cervantes / mastegan y fan bossins”) reaparece en casi todos los Repichs. En el segundo, en un poema titulado justamente “Cosas d’Espanya”, Estorch se ríe del uso incorrecto del castellano en sociedad por parte de los catalanohablantes como elemento de distinción social:
Que s’oyga dir: buenas noches, O bon jur, ó estiga bo, O gut naít, ó vi saluto, O bè abur á qualsevol, No es estrany[,] que á Barcelona Hi acut gent de tot lo mòn, Y tothom pot expressarse Ab lo llenguatge que vol. Mès que desde un palco al altre S’oyga dir, (com sentí jo) No morendo ó sottovoce Sino forte ab veu de corn: “Si señor… me lo han decido” Fent lo ceceo ab rigor; Es cosa que causa risa Al qui no li causa dol, Y trastorna mès l’oído Que un tenor surtit de to (Estorch 1859: II, 101). |
También el Tercer repich incluye un poema largo en el que Estorch se burla de las modas de ciudad: la ropa, las costumbres, la forma de saludar y, claro está, la lengua: “Y murmurant certa frase / […] / Ab llenguatge de Castèlla / Puig apar mès elegant” (Estorch 1859: III, 23). Podría decirse que, en los textos que se han visto hasta ahora, la ideología de Estorch es claramente partidaria de los usos tradicionales del catalán, y, podría parecer, en la línea del anticastellanismo –que no antiespañolismo– tradicional en Cataluña (Marfany 2017).
En la Poética catalana, y diccionari de sa rima de 1852 se puede apreciar una ideología muy parecida. El texto se publicó en Gerona –fuera, pues, del circuito principal barcelonés– y fue ignorada generalmente por la crítica de esta ciudad (Marfany 2018), aunque apareció bajo el auspicio de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona e influyó en la formación de autores tan importantes en el futuro como Jacint Verdaguer (Torrents 1990, 1995; Rossich 1996). Torrents (1995: 68-72) asegura que la obra circuló como libro de texto alternativo en el seminario de Vic, y no hay que descartar que tuviera una cierta circulación fuera del circuito oficial de la Renaixença, puesto que se reimprimió en 1859. Ya en el prólogo de la poética Estorch muestra claramente la conciencia de que en el momento eran pocos los autores que escribían en catalán y, pues, limitada su utilidad:
[s]i es poca sa utilitat mentres la llengua catalana se trobe en lo estat de abjecció y fins despreci en que se veu vuy en dia, no será axí si lo destino ó la moda volen que ocupe el lloch que li correspon (Estorch 1852a: [5]).
Sin embargo, el objetivo de la obra parece claro: partiendo de una fuente tradicional –la poética y la Silva de consonantes de Rengifo (Domingo 2018)–, e inscrito en la tradición barroca tradicional catalana, Estorch expone cómo funcionan todos los géneros poéticos en catalán a través del sistema catequético de pregunta-respuesta. Del propio texto de la poética parece desprenderse que los autores catalanes solo pueden escribir en catalán, por lo que toma más importancia la necesidad de ofrecerles una poética en su propia lengua. Digo que parece desprenderse porque Estorch no lo afirma, pero se puede deducir del fragmento siguiente:
P. ¿Pot sèr bon poeta espanyol un francés, un inglés, ó vice-versa? R. Lo home pot superar las mès grans dificultats, pero la experiencia ensenya que los poetas se han fet célebres en sòn idioma natiu. P. ¿Y perqué succeheix axó? R. Perque lo poeta deu usar dels llenguatges ab mòlta propietat y puresa, deu evitar barbarismes y solecismes, essent inútil la harmonía hont falta la propietat, y axó dificilment se adquireix en idioma estrany (Estorch 1852a: 14). |
Si un poeta español no puede ser bueno en francés o inglés, o viceversa, entonces hay que deducir que un poeta catalán tampoco puede ser bueno en ninguna lengua que no sea la suya. Pero esta idea choca con parte de la retórica heredada del barroco, en la que el multilingüismo y los juegos de palabras se valoran positivamente. Estorch mismo, de hecho, es aficionado a este tipo de artefactos retóricos. En sus Repichs a veces incluye textos en otras lenguas, como ejercicio retórico para practicar el latín o como mero divertimento, como especifica claramente por ejemplo en el poema “Apatía”, en el que al poeta, un día caluroso de verano “Cansat de no fer res”, una musa le ofreció una canción en francés que, eso sí, parió (sic) “sens reglas del art” (Estorch 1859: II, 82-84).
Recapitulando, en apariencia las obras de Estorch, por mucho que teóricamente respondan a la “llamada” de Rubió y Ors, no dejan de ser una poesía continuadora de la tradición autóctona catalana postbarroca, y de ninguna manera parece que puedan encajar en los postulados estéticos e ideológicos del núcleo que dará inicio, a finales de la década de 1850, a la Renaixença. En efecto, la primera apuesta del Tamboriner es por una poesía de tipo popular y popularizante, alejada del uso culto, romántico y medievalizante que será característico de la primera Renaixença; además, mientras que la primera generación de la Renaixença será profundamente diglósica y partidaria del uso social del castellano para asuntos serios (Marfany 2017), Estorch, en línea con la tradición satírica y anticastellanista catalana, se ríe de la nueva moda lingüística de la burguesía. Aun así, ya en la Poética parece que una cierta idea de renacimiento se encuentra en las palabras del prólogo, puesto que el poeta habla del destino de la lengua, que volverá a ocupar el lugar que le corresponde, y vincula la lengua del poeta con la lengua de la creación.
A pesar de lo que se ha expuesto hasta el momento, en la obra de Estorch se ve un cierto acercamiento a los ambientes –y también a los temas– de la primera Renaixença. En cuanto al acercamiento personal, hay que recordar que fue miembro correspondiente de la Academia de Buenas Letras a finales de los años 1850, donde se formó el núcleo ideológico de los Jocs Florals, y mantenía correspondencia como mínimo con Marià Aguiló. Además, a partir de 1858 residió y ejerció la medicina en Barcelona, y sin duda acercarse a la nueva elite cultural era importante, también desde un punto de vista de la socialización. Siendo como era un médico, es fácil verlo como uno de los menestrales que, según Rossich (2019), se integraron tarde al movimiento. Ya en 1861 aparece como mantenedor de los Jocs Florals, certamen en el que el 1859 aparece como adjunto, aunque este mismo año, según la lectura de Marfany (2018: 58) los critique en un poema llamado “Visio fantástica de la llengua catalana”.
Merece la pena detenerse un momento en este poema. En efecto, el texto narra, de forma alegórica, la alegría que sienten los catalanes de recobrar a su reina, es decir a la lengua catalana, a la que llevan en procesión ricamente vestida por las calles del país. El único que se atreve a cuestionar la alegría que este hecho conlleva es un loco que sale gritando en la ventana de su casa y dice “[…] traició! / Que no mereix perdó, no! / Catalans, es un engany! / Es lo mès negre baldó![8]” (Estorch 1859: 7). El mismo loco, más adelante, se sube al carro donde los catalanes llevan a su reina vestida con todas las riquezas, a la que llama figura digna solo de un carnaval (Estorch 1859: 15) y la abraza, a lo que es correspondido por la reina, que hace un parlamento en el que se lamenta de que los catalanes no vean los vestidos extranjeros que le han puesto, y termina diciendo que solo si los catalanes le ofrecen digna morada vivirá:
Entre vosaltres viuré, Com ara visch, com criada, Sens gloria, quasi encantada: Com á Reyna sols vindré Si m’formau digne morada. Brillaré quant un palau Me feu ab bons fonaments Y sólidos elements, ¡Com restaré en una nau Que dominan tots los vents! (Estorch 1859: 18-19). |
Ciertamente, Marfany (2018) entiende que las palabras del loco hacen referencia a los Jocs Florals, con una crítica al modelo de lengua extremadamente ornado y poco natural –en la línea, pues, del prólogo del primer Repich, aunque se podría leer como una referencia a los castellanismos que abundaban en el catalán literario de las primeras décadas del ochocientos. Sin embargo, la respuesta de la reina también puede ser interpretada como una invitación a consolidar el moderno renacimiento de la literatura catalana, e a ir más allá de los Jocs Florals y abrazar todos los ámbitos de la literatura; la “digne morada” y el palacio con “bons fonaments” sin duda se refieren a una recuperación de la lengua, en la línea de las denuncias que había hecho antes y, en cierto modo, del deseo que el 1852 había expresado en el prólogo de la poética. Es una idea recurrente en su poesía.
En el seno del mismo poema, hay un momento en el que el pueblo catalán “admira, abrassa y adora / a sa perduda senyora; / y creu que ressuscitá / la Reyna que tant anyora” (Estorch 1859: 9), es decir, cree que la lengua ha resucitado. La idea de la resurrección, junto a la de renacimiento, es fundamental en la Renaixença, y se pone en circulación muy temprano (Domingo 2009). Una variación de esta idea es el tema de la muerta-viva, es decir, la alegoría de la lengua que parecía muerta pero que de hecho está viva, y aparece en diversos puntos de la obra de Estorch.
El tema –el tópico, si se quiere– de la muerta viva no es exclusivo de Estorch. Como ya estudió hace muchos años Arqués (1984), la muerta viva fue un motivo recurrente de la literatura catalana del ochocientos. Siguiendo a Arqués, los primeros a utilizarla fueron los autores valencianos, como Vicente Boix el 1855, aunque aplicada no a la lengua sino a todo el pasado valenciano. Si bien aplicada a la lengua fue recurrente en autores como Llorente o Llomabrt –que tituló Los fills de la morta viva a sus apuntes sobre el renacimiento valenciano de 1879– en Cataluña aplicado a la lengua parece que el primero a emplearlo es Balaguer a partir de la década de 1860. Como ha dicho Rossich (2019: 148-149), solo quienes daban por muerta la lengua podían hacerla renacer, y este era un discurso que no tenía sentido para los sectores tradicionales que utilizaban rutinariamente la lengua. Estorch incorpora este tema en diversas ocasiones, pero hay que preguntarse hasta qué punto se trata de un discurso puramente renaixentista, y hasta qué punto es en cambio, una crítica a una actitud contraria a la lengua o a su uso literario, que podría ir dirigida a los sectores románticos anteriores a la Renaixença.
Este tema, en fin, aparece por ejemplo un soneto que Estorch dedica a su amigo Jaume Subirana, un personaje, este si, sin duda al margen de la Renaixença, pero conectado con algunos intelectuales importantes del movimiento (Jorba 2013: 78-80). El poema, que de hecho es un acróstico, tiene un cierto aire romántico y en último verso incorpora la idea de resurrección de la lengua.
Sonet En loor dels esfrosos que ha fet pera restablir la llengua catalana don |
Jau desauciada… quasi en la agonía, Olvidada dels sèus[,] madona hermosa… Sòn accent no penetra ¡trista cosa! En l’oído dels fills que enorgullía! Proba, fent un esfors, si acás podia Honor patri avivar ab veu melosa… Sòn mal explica y l’ remey proposa… Un socorro no trób’ ab que viuría!… Baixa de cop corrent de las montanyas Inclit fill sèu cridant: ¡Desperta ferro! Ressona com un tro sa veu sentida: A sa mareta apreta en sas entranyas… No veurá l’ mòn, li diu, lo vostre enterro: Alsas la moribunda y cobra vida (Estorch 1859: IV, 9). |
Una idea parecida –un muerto aparente que no es tal, que se levanta y que camina– se encuentra en una graciosa prosa que, bajo el epígrafe “Anéctoda”, aparece en la primera entrega de las Glorias, en 1857:
Fa alguns anys que en un hospital dels millors de Espanya, cert malalt de cuydado fou atacat de un accident quel deixá per 24 horas sense cap senyal de vida (mors apparens). Los metges, fetas las averiguacions de costum, lo donáren per mort.
Destinat lo presumpto cadáver á la instrucció anatómica, se l’ carregá al coll un loco pera portarlo á la sala de disecció. Ab lo trontoll que sufrí al baixarlo per una escala, recobrá los sentits y digué assustat á sòn conductor: ¿Ahont me portas? pobre de mi! – A la tomía, respongué secament lo boig. –¿Mès no reparas que no sò mort? –Batxiller, replicá aquell ab enfado, ¿voldrás tu saber mès quels metges? Y continuaba sòn camí murmurant, quant alguns que casualment ohíren aquell original diálogo, donáren avís del fet, y lo malalt fou trasladat de Nou á sòn llit.
Encarregám la lectura de aquesta anécdota verídica y memorable als catalans que asseguran ab to de doctors la mort de la llengua y literatura catalanas (Estorch 1857a: 3).
Las Glorias de Cataluña, con el subtítulo Biblioteca de literatura catalana son uno de los proyectos que acercan más a Estorch a la Renaixença; son, quizá, el proyecto más propiamente de la Renaixença de Estorch. En el prospecto que se publicó en el Diario de Barcelona en mayo de 1857, se explicaba del modo siguiente:
Procurar que el amor á la literatura catalana, mostrando al público lo mas selecto que han producido y vayan produciendo los ingenios catalanes, halagar á nuestros compatricios con la lectura de muchas bellezas literarias ignoradas y que yacen en manos de varios amantes de todo lo de su pais, y dar en lo sucesivo reglas gramaticales fijas é invariables á los que conocen la riqueza y hermosura del habla de nuestros abuelos, formarán el objeto de esta publicación (Diario de Barcelona 142, 27.V.1857, p. 4130) .
El primer objetivo no es tan diferente de la operación que un año más tarde llevará a cabo Antoni de Bofarull con Los trobadors nous. Como ha dicho Rossich (2019: 118), la intención de este libro no era tanto una antología recopiladora como una apuesta de futuro, una base de poesías que justificaran los Juegos que Bofarull estaba organizando. A diferencia de la iniciativa de Bofarull, la propuesta de Estorch fracasó al no encontrar suscritores que la sufragaran. Así, se publicaron muy pocas poesías y, además, por el prospecto no se puede conocer a su contendido. Solo nos podemos acercar a los cuatro poemas que aparecieron publicados: dos del propio Estorch –de tipo serio, que critican a quien da por muerta la lengua catalana–, La pàtria de Aribau, que de hecho es el primero (véase Jorba 2013), y unos fragmentos de El temple de la Glòria. En los pliegos publicados no hay ningún poema de Garcia, a pesar de que había sido el gran modelo en los primeros textos de Estorch. A parte de los cuatro poemas, hay dos textos en prosa, las “Anécdotas”. La primera, ya se ha visto, denuncia una vez más a quienes consideran el catalán una lengua muerta; la segunda es, simplemente, un modo de despedir las Glorias de Cataluña por falta de suscritores.
La Gramática sí que se publicó entera; de hecho, muchos ejemplares llevan encuadernados los pliegos poéticos como un apéndice (Marcet y Solà 1998: § 2773), algo que no era raro en las gramáticas de la época –piénsese solo en las gramáticas de Ballot o de Bofarull, ambas con apéndices textuales poéticos. Esta obra tiene el mérito de ser, como se ha dicho, la primera en publicarse sobre el catalán después de la de Ballot, y la primera solo catalana, puesto que en 1847 Magí Pers i Ramona había publicado una Gramática catalana-castellana. Teniendo el diccionario de Labernia (1839-1840) disponible, Estorch consideró indispensable ofrecer unas reglas gramaticales y ortográficas para el catalán. Aprobada, como la Poética, por la Academia de Buenas Letras, el interés de la obra es más historiográfico e ideológico que lingüístico –aunque Rico y Solà (1995: 28) detectan en ella “poca o molta personalitat”.
En efecto, la obra es de indudable interés para ver la posición ideológica de Estorch sobre el catalán y el castellano y sus usos a mitad de la década de 1850. En el prólogo se pregunta retóricamente por el interés de escribir una gramática del catalán en un momento en que la tendencia es a unificar la lengua de las naciones, y en que el catalán no tiene poder político y es a menudo considerado un dialecto. La respuesta es que el catalán es la lengua de una región muy importante de España, y además que es la lengua del pueblo, lo que no va a cambiar por leyes que se hagan en su contra:
Pero como esta parte notable del territorio español sea un centro mercantil é industrial, con el que se hallan ligadas las demas provincias con íntimas y continuas relaciones, y como su lenguaje familiar, que por su precisión y energía guarda cierta analogía con el carácter de sus habitantes, no puede considerarse como muerto, ni dejará de hablarse acaso por muchos siglos, por mas que en las leyes se vea esa tendencia (Estorch 1857b: 9).9
Así, a pesar de que la gramática formara parte del proyecto de Las Glorias de Cataluña, en el prólogo se ve una posición más propia de la ideología lingüística del tradicionalismo, con esta idea de que el catalán es la lengua del pueblo y de una provincia española de gran interés comercial. Con matices, estas ideas aparecen también en obras como la Gramática de Ballot, de 1814, o el diccionario trilingüe de Esteve, Belvitges y Juglà, de 1803-1805.
Estorch ofrece unas “reglas claras y sencillas” para sus “compatricios”. Aunque el objeto de reflexión lingüística es el catalán, para Estorch era inevitable tener el castellano de referencia. Esta es la metalengua, o lengua de redacción, de toda la obra, como lo será la mayoría de las obras lingüísticas hasta finales de siglo, posiblemente porque el público lector, acostumbrado al castellano para los asuntos formales “serios”, no habría aceptado un texto gramatical en catalán. El castellano también es el modelo gramatical, ya que la obra sigue el modelo de Salvá, y es también una referencia ineludible en tanto que lengua conocida para explicar las particularidades de la lengua catalana. Se ve, por ejemplo, en la explicación de las particularidades fonéticas del catalán, o en los aspectos que tienen que ver con la ortografía: “la ñ se escribe con ny y tiene igual sonido que la ñ castellana; v. g. nyinyol, canya...” (Estorch 1857b: 15). Más adelante ofrece algunos ejercicios para ejercitar la lectura en catalán –en una obra dirigida a catalanes–, y se ve con la necesidad de ofrecer la traducción al castellano (Estorch 1857b: 18-19).
La Gramática y las Glorias son sin duda un ejercicio de acercamiento, al menos ideológico, si no personal, de Estorch al núcleo de la Renaixença. De hecho, ya el 1857 –cuando todavía vivía en Mataró per sin duda ya pensaba en Barcelona–, Estorch había intentado que Marià Aguiló influyera en la Academia de Buenas Letras para que se aprobara su gramática, lo que parece que consiguió (Fons Aguiló caja 47/5, camisa 9). A partir de 1859 se acerca, como se ha visto a los Jocs Florals: en sus dos primeras ediciones fue adjunto, y en 1861 fue mantenedor de la fiesta. En 1861 fue propuesto para formar parte de la comisión de ortografía que, reunida de nuevo el 1862, elaboraría dos borradores que, según Segarra (1985: 152-153) darían lugar, el año siguiente, al Ensaig de ortografia catalana. Marfany (2018) interpreta la presencia de Estorch como una concesión a la vieja tradición catalana, pero la verdad es que todos los integrantes de la comisión eran miembros activos de los Jocs Florals y la Renaixença. Sea como fuere, Estorch ya no formaría parte del consistorio cuando se publicó el Ensaig, puesto que el marzo de 1862 dimitió de su puesto en la comisión —por choques con Bofarull o quizá con Aguiló, según Segarra (1985: 401, nota 158), que aquí sigue a Miracle (1976). Lo cierto es que la dimisión de Estorch va más allá, y dice retirarse de todo lo concerniente a los Jocs Florals, motivo por el que seguramente a partir de entonces se dedicó solamente al teatro de tipo más popular:
Ab pler y entusiasme admití la honra de mon nombrament pera formar part de la comissió que debia fixâr la ortografía catalana; mès no habent encontrat en tots los individuos que la componen la abnegació justa y precisa pera portar a bon termini los bons desigs del sabi consistori, he cregut que debia retirarme, com me retiro de tot lo atanyent als Jochs Florals, preferint eix pas al de consentir en faltas per mès que sian filles de persones il·lustradas y que en altras materias mereixen tot mon respecte y admiració (AHCB, FI02/C171/06, la cursiva es mía).
Fuera, pues, del circuito de los Jocs Florals, en la década de los 60 la tarea literaria de Estorch se redujo a las obras de teatro en catalán y a las composiciones moralistas que incluía el Calendari del Pagès. Pero desde un punto de vista sociolingüístico, el aspecto más interesante de la ideología de Estorch tiene que ver con la progresiva naturalización del castellano que se aprecia en sus obras. Más allá del acercamiento a la Renaixença desde el tradicionalismo, el punto clave de la ideología lingüística de Estorch es la naturalización progresiva del castellano como lengua legítima en Cataluña. Así, puede decirse que Estorch utiliza la función performativa del lenguaje para legitimar la presencia del castellano como lengua en Cataluña.
La primera estrategia que el autor utiliza para este fin son los textos plurilingües. El plurilingüismo, de hecho, está presente en toda su obra, a veces solamente con una función puramente lúdica o retórica, algo muy propio de la literatura de la edad moderna (Rossich y Cornellà 2014). Dentro de este grupo se pueden incluir poemas de los Repichs con versos que alternan jocosamente lenguas, y los textos en francés y latín que se han mencionado más arriba. Hay, sin embargo, otro tipo de textos plurilingües que no son tan inocentes desde un punto de vista ideológico. Se trata de los textos de doble lectura o textos amfilingües, según la terminología de Rossich y Cornellà (2014), es decir, textos que se pueden leer en dos o más lenguas. Estos autores aportan algunos ejemplos de la edad moderna, sobre todo de lectura en latín y una lengua vulgar, y que servían para legitimar la presencia de las lenguas vulgares en frente del latín (2014: 275-276). Lledó-Guillem (2019: 141-172) también lee algunos de los textos amfilingües de la edad moderna ya con intencionalidad glotopolítica (véase también Rafanell 2000: 50-51).
Uno de los poemas amfilingües de la edad moderna más famosos es un texto catalán, castellano y latín (“Sol de Aquino, de sphera peregrina”) atribuido a Jaume de Portell, autor del siglo XVII. Estorch toma el texto de Rengifo y lo incorpora en su Poética como ejemplo de soneto, el poema de estructura más difícil y, por ende, que pide un poeta más virtuoso (Estorch 1852: 34-35). Es difícil decir si para Estorch este poema tiene alguna lectura de tipo glotopolítico. Sin embargo, Estorch es también autor de textos de doble lectura. Si en la edad moderna este tipo de textos servían, como se ha dicho, para legitimar una lengua (o una variedad) sobre otra, en los textos catalanes de la Renaixença son raros porque, según Rossich y Cornellà, fusionar la lengua que se reivindica –el catalán– con la que pretende reemplazar al menos en la poesía –el castellano– no tiene sentido (2014: 286). A pesar de ello, en Estorch este tipo de textos sí que tienen sentido, tanto porque reafirman la dignidad del catalán, como porque legitiman, en cierto modo, el castellano.
Son dos los poemas propiamente amfilingües de Estorch. El primero, titulado “Memorías de la musa catalana”, es un texto que, en efecto, puede ser leído tanto en catalán como en castellano. Es un poema largo, que narra en un modo casi bucólico y lleno de tintes románticos el pasado de Cataluña, idealizado, y que se presenta como una “poesía castellana”. He aquí unos pocos versos de ejemplo –hay que tener en cuenta que algunos castellanismos, como risa,10 no se tienen que leer como un “defecto” del poema, sino como una palabra legítimamente catalana en pleno siglo XIX.
La sombra de aquella hermosa, Inerme, desconsolada Exânime y descontenta Lamenta desdicha tanta: Y es ah! del orbe la risa, Casi muda, abandonada, Y trémula y paralítica Y moribunda y escuálida (Estorch 1859: II, 50). |
Tras el poema, Estorch revela el artificio: el lector habrá leído el poema como castellano y lo habrá considerado bueno, algo que no habría pasado si hubiera sabido que estaba, también, en catalán:
Estich cert que hi haurá neci Que al llegirlo en castellá Que es un bon romans dirá, Y que d’dell fará un despreci Quant veja que es catalá (Estorch 1859: II, 54). |
Aquí el uso del amfilingüismo –del texto hermafrodita, en su terminología– sirve, claramente, para prestigiar el catalán, y para dignificarlo como lengua apta para la creación poética. Así se desprende, sin duda, de la estrofa siguiente:
No digan los castellans, Per ignorancia ó enveja, Que usám gerga ls’ catalans, Puig véuhen en est romans Que ab sa llengua se barreja (Estorch 1859: II, 56). |
El segundo texto amfilingüe de Estorch tiene diversas versiones, y en todas presenta un diálogo bucólico o pastoril entre un soldado castellano, Baltasar, y una payesa catalana, al principio llamada Rosaura, que rechaza su amor. En todas las versiones, ella habla catalán y el soldado castellano, pero, mientras que el texto castellano es amfilingüe y, en consecuencia, entendido por Rosaura, sus diálogos son solo en catalán y el soldado no puede comprenderlos, y de ahí se deriva una confusión en la historia amorosa. La primera versión del texto aparece en las Excel·lencias, y se reproduce en el Quart repich. Es una poesía que, siguiendo el modelo apologético de las excelencias, demuestra la riqueza de la lengua catalana y lleva una nota que aclara que “La següent poesia se escriu ab lletra cursiva la part que es purament catalana pe inintel·ligible per un castellá que no sapia un mot de la catalana llengua, y ab lletra comuna lo que es catalá y castellá a un temps” (Estorch 1856a: 13). Como en el caso anterior, algunos castellanismos léxicos que aparecen se tienen que considerar palabras legítimamente catalanas para Estorch. Cito un fragmento para ejemplificarlo, manteniendo el uso tipográfico:
Bal[tasar]: | Graciosísima pastora De aquesta comarca adorno, Oh! no darás un bochorno A Baltasar que te adora. |
Ros[aura]: | Feste enllá, lletg, burinot… O t’floch [sic] pel cap ma filosa... Vesten lluny... veus quem’ fas nosa… Mès jo crech quen fas per tot. |
Bal[tasar]: | Caramba! una sola frase Descifrar no me es posible de esta gerga tan horribe! |
Ros[aura]: | Veig bèn clar quets trossás d’ase. |
Bal[tasar]: | ¡Qué preciosa! |
(Estorch 1856a: 15). |
El mismo texto lo aprovechó para una obra de teatro, Susana, conservada hoy en manuscrito en la Biblioteca de Catalunya y que, a juzgar por la correspondencia mantenida con Marià Aguiló (Fons Aguiló caja 47/5, camisa 9), tiene que ser de hacia 1857. La obra tiene por eje central el triángulo amoroso entre Susana, un payés catalán y Baltasar, un soldado castellano llegado a Cataluña y que se enamora de la catalana. En esta obra hay pasajes largos aprovechados del texto de las excelencias, pero una gran parte de diálogo inédito es amfilingüe. Además, también tiene la particularidad de que el acompañante de Baltasar es un mallorquín a quien Estorch, con la ayuda de Aguiló, hace hablar en esta variedad de catalán.
Si en las “Memorias de la musa catalana” el juego amfilingüe sirve para legitimar el catalán, en el diálogo entre Rosaura/Susana y Baltasar establece claramente como el castellano es una lengua anónima y el catalán una lengua auténtica en la Cataluña del siglo XIX. Así, en el diálogo entre Baltasar y Rosaura/Susana, el castellano es una lengua anónima porque es compartida y entendida por todo el mundo –tanto por castellanos como por catalanes–, mientras que el catalán es una lengua auténtica y marcada, puesto que solo los miembros del etnogrupo, es decir, los catalanohablantes, pueden entenderla. En cierto modo, y a pesar de que en el primer texto el amfilingüismo servía para legitimar el catalán, también servía para legitimar la presencia del castellano entre la sociedad catalana, puesto que consideraba natural que el público de un volumen de poesías en catalán tenía que ser capaz de entender el castellano –y que, de hecho, esta era la lectura “por defecto” de un texto serio.
Lo que quiero decir con todo esto es que, Estorch, a pesar de la apología del catalán como lengua apta para la literatura, y a pesar de moverse inicialmente en unos parámetros más propios del antiguo régimen que de la Renaixença, termina por vehicular la misma ideología lingüística que todos sus coetáneos renacentistas, claramente diglósica y partidaria de la presencia del castellano en los usos lingüísticos públicos. En los textos amfilingües, pues, naturaliza también el hecho de que los catalanes sepan castellano. Esto es algo que, en el fondo, se da por supuesto también en la Gramática, en elegir el castellano como metalengua o lengua de redacción de la obra.
Hay, todavía, otro texto en el que se pone de manifiesto esta ideología naturalizadora del castellano. En 1857 Estorch publicó una cartilla para aprender a leer. Este tipo de publicaciones pueden parecer, a priori, poco relevantes desde el punto de vista ideológico, ya que sus autores se limitan a enseñar los rudimentos de lectoescritura a los niños. En este caso, pero, no es un abecé inocente. Estorch lo titula Becerolas catalanas y castellanas, y sintomáticamente sirven para las dos lenguas, la propia, y la oficial y que aquel mismo año había consolidado como lengua de la educación la Ley Moyano. La singularidad del texto de Estorch es que plantea un “método poético” para aprender las letras, es decir, a cada letra le asocia una figura mnemotécnica, como por ejemplo con la Q, de la que dice que es “Aquella que porta cua” (Estorch 1857c: 6). El contenido del opúsculo es el que se espera: enseña en primer lugar el abecedario, después sílabas, palabras, diptongos, triptongos y, finalmente, dos textos: el Ave María y una oración. Los textos, siguiendo el título de la obra, están en las dos lenguas: en catalán y en castellano. Pero las sílabas, las palabras, los diptongos y los triptongos también están en las dos lenguas. Pero mientras que la parte castellana se supone necesaria para todo el mundo, la parte catalana se encuentra bajo el epígrafe “Los catalans farán aquest exêrcici”. Una vez más, pues, el castellano es la lengua de todos, la que se presupone incluso a los niños catalanes –es decir, es una lengua anónima–, mientras que el catalán es una lengua marcada solo para el etnogrupo catalán –es decir, es una lengua auténtica.
Pau Estorch es uno de los primeros autores a publicar textos en catalán siguiendo la llamada de Rubió i Ors, Lo Gaiter del Llobregat. Lo hizo bajo el pseudónimo de Lo Tamboriner del Fluvià, y con unas poesías de marcado tono satírico y burlesco que entroncaban con la tradición catalana de la edad moderna, aunque progresivamente incorporaba elementos propios de la estética romántica. Por esto, la mayoría de los autores que han estudiado los orígenes del movimiento de la Renaixença lo han considerado un autor outsider, o de segunda línea.
Sin embargo, como se ha visto en este trabajo, Estorch se acercó progresivamente a los postulados de la Renaixença. No estamos en disposición de cambiar lo que Marfany (2017, 2018) o Domingo (2018) han dicho sobre la influencia de Estorch en el movimiento. Lo que sí se puede afirmar es que Estorch se alineó ideológicamente con la Renaixença, aunque en 1862 rompiera con el Consistorio de los Jocs Florals. Así, si bien en unos primeros textos, tanto literarios como la Poética de 1852, parece que conserve parte de la ideología propia de antiguo régimen –algo que se arrastra hasta el prólogo de la Gramática, como ha notado Smith (2019: 64)–, a partir de la segunda mitad de la década de 1850 se muestra claramente en sintonía con la ideología dominante de la primera generación de hombres de la Renaixença: en cuanto al aspecto literario, defiende la dignidad del catalán como lengua antigua y válida para escribir poesía a todos los niveles, a la vez que considera el castellano como una lengua inevitable en algunos ámbitos de uso en Cataluña.
En efecto, como se ha demostrado a partir de los textos amfilingües, parte de la Gramática y las Becerolas, la posición de Estorch respecto al castellano es la de una lengua anónima, es decir, hegemónica y no marcada. Que en algunos textos haga burla del uso que del castellano hacen los catalanes tiene una posible interpretación doble. Por un lado, como se ha apuntado más arriba, puede entenderse como una sátira a los nuevos usos sociales y a un uso todavía insuficiente de la lengua castellana por parte de los catalanohablantes –algo que fue habitual en toda la prensa satírica del siglo XIX, por ejemplo. Por otro lado, sin embargo, puede leerse también como una crítica a quienes alardean de hablar castellano aun teniendo un dominio imperfecto de la lengua, mientras que lo que realmente sería importante es la difusión del castellano –o al menos de un buen conocimiento del castellano– en todos estos ámbitos, de manera que, como en los textos amfilingües, esta lengua pase desapercibida entre los catalanes o, dicho de otro modo, les parezca natural.
En fin, y para terminar, Estorch es un ejemplo de autor que, muy tempranamente en la Renaixença, y aun no formando parte del núcleo del movimiento, adopta las ideologías lingüísticas propias de este, a pesar de mostrar todavía una clara influencia de la tradición autóctona de la edad moderna. Se puede decir, pues, que el estudio de la obra de Estorch contribuye de modo notable a configurar el panorama ideológico de la misma Renaixença, tan interesante para la historia cultural y lingüística de Cataluña y el catalán como controvertida y analizada desde múltiples ópticas los últimos años.
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